El cuestionamiento de qué tan inteligente es y será su hijo, es un pensamiento que ronda a todo padre y que incluso, nos arrastra a hacer alarde de las habilidades de nuestros hijos frente a otros padres, como si se tratara de una competencia. Así que los padres nos damos a la tarea de hacer que nuestros hijos sean los mejores y los más inteligentes a toda costa.
En la última década, he dedicado mi vida a acompañar empresas en las que aún se contrata a personas por su nivel de inteligencia cognitiva y capacidad técnica para el desempeño de cargos complejos o no, y a pesar de que se aplican pruebas de selección, verificación de competencias técnicas y procesos de inducción rigurosos, aún las empresas dedican gran cantidad de esfuerzo y recursos a formar a sus colaboradores en competencias como liderazgo, comunicación, trabajo en equipo, etc, todas ellas habilidades sociales que paradójicamente son indispensables para una óptima ejecución de sus cargos y que no se pueden adquirir en ninguna escuela, porque nuestro sistema educativo privilegia la inteligencia basada en el coeficiente intelectual.
El proceso de educación tradicional se ha empeñado en promover el aprendizaje memorístico, donde el niño aprende – memoriza- datos sin cesar y sin la posibilidad de cuestionar por qué debe aprenderlos, aplanando la imaginación y la extraordinaria lógica infantil que hace que cada padre tenga una historia fantástica para contar donde su hijo retando todo convencionalismo, lo ha sorprendido con lo que llamamos una «ocurrencia infantil», porque, como decimos lo adultos, lo que dice no tiene lógica. La lógica ha reemplazado a la creatividad en la educación tradicional y ha privado a sus productos, los alumnos, de las más importantes habilidades para la vida y el trabajo, las que proveen la inteligencia emocional.
El término inteligencia emocional, toma fuerza desde la década de los ochenta y propone un nuevo esquema de medición de la inteligencia, basado en las capacidades requeridas por el niño y el adulto, para su óptimo desempeño en el mundo real a partir de dos habilidades específicas, la gestión de sus propias emociones y a partir de allí, el entendimiento de las emociones de los otros.
Pero, por qué gestionar emociones? Porque los seres humanos somos seres emocionales, regidos por las sensaciones que dan paso a las emociones y estas a su vez a las acciones o comportamientos que determinan nuestro desenvolvimiento en la vida diaria, las emociones descontroladas, pueden convertir en estúpida a la más inteligente de las personas. Nuestro papel como padres, como educadores, es el de fomentar en nuestros niños la capacidad para entender y manejar sus propias emociones, lo cual, redundará en beneficios para toda su vida.
Hoy la neurociencia aplicada ha demostrado que nuestro aprendizaje está regido por un área de nuestro cerebro denominada cerebro límbico, en cuyo interior se alojan las emociones y la memoria, entre otras funciones; lo anterior, permite entender que el aprendizaje está íntimamente ligado a las emociones y que son estas y su intensidad, las que determinan el nivel de recordación y fijación de las ideas en nuestra mente. Durante muchos años se aplicó la máxima «la letra con sangre entra» que facilitó el aprendizaje ligado a emociones negativas, hoy diferentes estudios y pruebas aplicadas demuestran que los niños que reciben un trato amable, incrementan su capacidad de aprendizaje, pero además, aprenden del ejemplo sobre como manejar la expresión de su propia emocionalidad, el resultado, adultos que gestionan sus emociones y son capaces de trabajar en equipo y de forma eficaz más allá de sus habilidades técnicas.
Estas son algunas prácticas que harán de sus hijos, hijos emocionalmente inteligentes:
- Enséñeles a sus hijos a partir del ejemplo, sólo podrá pedir lo que está dispuesto a hacer
- Enséñeles a reconocer las emociones básicas, permítales manifestarlas, pregunte a sus hijos, ¿que sienten y por qué lo sienten?
- Ayúdelos a entender las emociones, verbalizándolas y preguntando ¿cómo podrían controlarlas o cambiarlas por otras?
- Juegue con sus hijos y aproveche estos espacios para enseñar normas y conductas apropiadas
- Cambie los castigos por premios, basados en logros acordados entre los dos
- Promueva la empatía
En los próximos años y con mayor fuerza cada vez, será más importante ser inteligente emocionalmente, que aprender y memorizar datos. ¿qué esta haciendo hoy por la inteligencia de sus hijos?
Leonardo Gutiérrez Giraldo
Speaker, Trainer, Máster Coach, Máster en PNL – IANLP
Consultor Internacional certificado por la Universidad
del Rosario y BVQI
Dinámica Consultoría Empresarial
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